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"ARLEQUIN" Nº3
Este número de "Arlequín" está dedicado a la escritora alemana
Unica Zürn
“La libertad, una vez la abrazamos, nos atrapa para siempre, ya no nos suelta. La libertad habita en la soledad, en un mundo sin anclas y sin amarras, en el que nadie nos ayuda ni nos sostiene más que nosotros mismos.”(Unica Zürn )
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Noviembre/Diciembre 2006
Manda tus artículos y/o creaciones a nuestro e-mail:
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administr_arte@hotmail.com
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Mensualmente expondremos tus poemas, prosas, artículos, crónicas etc., o bien tus obras artísticas, obras plásticas que desees mostrar: dibujos, pinturas o cualquier forma de expresión artistica que imagines.
Esperamos tu colaboración.
CONTENIDO
ART & POESIA
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(Grupo Basalto)
ART & CUENTO CORTO
Autor:Sélavy
"Por un momento, se siente muy desdichado al saber que ya jamás tendrá que ver con su inesperada capacidad para la pérdida de control psíquico..."
"Por un momento, se siente muy desdichado al saber que ya jamás tendrá que ver con su inesperada capacidad para la pérdida de control psíquico..."
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Por Jesús Vega Prialé
"Cuando estaba de estudiante, los amigos quisieron llevarme a participar con ellos de los desfiles y ceremonias de izamiento que se hacían..."
"Cuando estaba de estudiante, los amigos quisieron llevarme a participar con ellos de los desfiles y ceremonias de izamiento que se hacían..."
ART & LITERATURA
Primavera Sombría
Por Juan BonillaHay un relato breve de la escritora alemana Unica Zürn (publicado recientemente por la editorial Siruela) que nos puede prestar una versión exacerbada de la Lolita enamorada de un hombre maduro
ART & LITERATURA
"Torturadora de muñecas",
La mente del artista es un bosque encantado, uno de los misterios más
intrincados y fascinantes hasta para el artista mismo, quien raras veces logrará discernir si ese perpetuo vértigo de vivir en el límite de la razón y la locura, “un sueño hecho realidad”
Por Eve Gil
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Unica Zürn (Siruela)
Después de mucha espera, de la mano de Siruela, verá luz en España una nueva edición sobre la vida esquizoide de una de las voces más ajadas y también silenciadas de la literatura del siglo...
Después de mucha espera, de la mano de Siruela, verá luz en España una nueva edición sobre la vida esquizoide de una de las voces más ajadas y también silenciadas de la literatura del siglo...
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ART & EVENTOS
“CONCURSO FESTIVAL DE POESÍA BREVE
ÑOJAICU (Nosotros)”
Con el propósito de incentivar la creatividad de la juventud y los ciudadanos en general, nuestra identidad cultural, el amor por la lectura....
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ART & POESIA (Gustavo Amadori)
ART & POESIA
BAJO LA NIEBLA
1.
Pendiente de tus caricias
sollozando casi tu ausencia
el tibio perro de las horas
alcanza al fin el sueño.
No morderá hoy el talón de la noche
y podrá esta correr por la almohada turbia
dejando en tu barbilla
un suave rastro de nieve blanca.
Hace fríopero el hechizo es químico.
Duerman
vos y el perro
yo seré el espejo oscuro
que vigila…
2.
El aliento esponjoso de la sombra
puebla de matices edulcorados la vigilia
y las rosasfosforecen en sus jarrones esta noche.
Detrás de las paredes
en esa dimensión que jamás se alcanza
se percibe el reptar de otras miradas
y la delgada hazaña de una uña
dejando una marca entre dos momentos.
Es ese el dolorque no registro
por ajeno y porque no existe
al no ser mío.
3.
Hoy podría decirte que te quiero
o que no te quiero
porque el día nació indiferente
e indiferente va muriendo
entre el tiritar de ventanas afiebradas
y una calle tan vacía en el tumulto
por
que
nada tan hueco como la voz cuando se suma
en un grito de multituden su salto contra
puesto
en el venir y no venir de cien gargantas murmurantes
acompañadas por oídos que no escuchan.
Y yo no escucho
tampoco hablo
solo describo
con diez dedos helados e insensibles
este tibio desinterés por lo que somos…
será que el amor eternotambién reposa.
4.
Observo el alba.
Jamás la luz me pareció tanto desorden.
Quizás
el día está naciendo como debe.
Poblado de la necesidad
más necesaria
y guardando en su vientre
lo indeseado.
La verdad es que el sol va saliendo a tropezones
y no sé donde han ido a parar todas las sombras…
5.
Detrás del vaho como una silueta desvaída
el recuerdo de vostu rostro lánguido
ese ir y no ir de tu mirada y tu boca que se dibuja con labios claros
tan claros
que la nieve sería como tu beso
y el hielo imitaría
tal vez
a tu palabra.
Me decís que no y que si y que cualquiera
pero mira…
sé que te tiemblan las manos
y que tu barbillas
e pliega en un gesto que no te agrada
te avejenta la sal de la lágrima
te avejenta la investidura sagrada del afecto
te avejenta saber que aún cuando no ames
necesitas ser amada
porque eso te asegura quizá un recuerdo.
Y que triste que está la almohada en que reposas
y que húmeda
y como dibuja el vaho figuras blancas sin contornos
como sombras imposibles que atraviesan todo
sueños
manos
mientras el muro crece para gestarte un mundo aislado.
Te prometo ahora
amarte lo necesario
como para asegurarte ese ínfimo pedacito de recuerdo
que deseas…
Gustavo A.
ART & POESÍA (Marx Espinoza)
Herido estoy por la Sed de tus labios
Mi alma trota en oceánico desvarío.
El eco vaporoso de tu canto
-sublime y lejano extravío-
como a un faro desnudo, me tiene a ti adherido
¡ad-herido!
Mueves los labios, mujer,
y como un golpe de luz escucho tu voz
derramando luciérnagas en mi ser
incineras el vacío.
Extiendes la flor indivisiblede tu mano,
en un instante se apaga todo el frío:
es el calor de tus dedos mi delirio.
Al fin en tu sombra,
se ha mojado la luna
y como la luna
beso la huella desnuda de tus labios.
Marx Espinoza >>Leer más
Mi alma trota en oceánico desvarío.
El eco vaporoso de tu canto
-sublime y lejano extravío-
como a un faro desnudo, me tiene a ti adherido
¡ad-herido!
Mueves los labios, mujer,
y como un golpe de luz escucho tu voz
derramando luciérnagas en mi ser
incineras el vacío.
Extiendes la flor indivisiblede tu mano,
en un instante se apaga todo el frío:
es el calor de tus dedos mi delirio.
Al fin en tu sombra,
se ha mojado la luna
y como la luna
beso la huella desnuda de tus labios.
Marx Espinoza >>Leer más
ART & POESÍA( Jonathan Larrea C.)
Luna de cabellos enredados
y camisa a cuadros
Bajo la luz de luna
tu frente rosada y perversa, tus labios
contándome
el cuento de invierno
y mis deseos se pierden
en el laberinto sempiterno de tu cuerpo;
áurea luna,
nívea faz,
tus pecados se han enredado en mi pelo,
las secuelas de tu recia memoria
han habitado lo profundode mis dedos,
de la sombra risorio urdiéndose
en infinito refugio de cabellos de luna,
penetrando la forma
oscura del viento, al cerrarse,
aquel tenue soplo que me llega
resbalándose como un címbalo
en la renaciente curva del silencio
y en el mutis de mis labios de sed
ame he enredado en el compás infinito
de mis pasos, tus pasos, tus manos, mis manos
perdiéndome en la cadencia de tus huesos,
en la alborada claridad de tus blancos,
tus azules, en nimbos danzando.
Venid luna de cabellos enredados.
Jonathan Larrea Colchado
ART & POESÍA (Mardia)
Complicaciones
Complicado aserrín de temores…
Con una grapa sostengo este veto
como una pelusa se alza mi vestido
con una tempestad inestable se vacían las risas
con un toque de tierra salpico el estorbo
y al apostarme en la travesía sueño;
que no soy escudo, tampoco postigo
ni latido, o cimarrón de ocaso
mucho menos la eterna cúspide donde se esparcen
los gorgojos leales que parten del sentido…
Complicada embriaguez del placer…
Con esta carne parecida a una costra
con los senos arrancados del talle
con unas piernas menudas y tardas
con los sentidos rodeados de eructos
con la vulva tumbada al costado…
Empujo, siseo, aflojo, apiño
y caigo enterrada en mis barros,
por no frenar el aluvión silente
ni el sarcófago enmascarado que me señala sus fondos…
aunque también
por pretender saciar las hormigas
que rebuznan en mi esfínter…
Desertoras y complicadas memorias…
Son las fotos del muerto atropellado
las cloacas devaneando los vecindarios
las muñecas mutiladas que se esconden sin voluntad
las manos frías que en los sueños tocan mis rodillas
y esta lenta y rumiante ficción
que se fecunda de inopias para hundirse como un cúmulo abortado…
Complicada estación imberbe…
Eres apostado nómada
que sigues mariposas de dulce
te rasuras la calvicie para sentir la edad
y decir con ojeras y lamentos;
que ya no importa envejecer
que siembras el espacio con humor
que te acuestas boca arriba
sin ver la mar, ni sentir que late el alma
cuando borras con tus dedos
toda tu infanta piedad.
¡Complicada maraña para dos!
Mardia
ART & POESÍA (Sofía Castillo)
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos
pies cansados sobre esta tierraque gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
pies cansados sobre esta tierraque gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
(Blanca Varela)
Es un suplicio oírte
Coraza de capulí;
reemplazar tu tierra de hollín por flautas traversas
provocando orificios extraños a tus desérticas manos
acaríciame como si fuera viento, tierra, agua o lo que sea
como si el aletear de unos peces supieran navegara lo recóndito.
Opuesto al sol estarás, directo vas encendiéndote
enfrentándote las olas exhaustas
al otro lado de tu mirada penetrante se encuentra fija
el teléfono…oculto, como la sombra de tu ser, yacías caminante
y nutrías las flores tu inconciencia
nocturna
llamabas locuaz a tus mortales
Digamos que huiste
y me dejaste tu mirada taciturna
junto a las gotas de mi sangre
guardada en mi velador
(a media voz)
lento, muy lento...you and me
las lágrimas regaban mi geranio marchito.
Sofía Castillo
ART & POESÍA (Edrei Peña)
Ciclo
Abajo, en el plano del desconocimiento de un supuesto sótano,
dimos un paso, subimos un primer escalón y lo fuimos todo,
muros de emoción y pasadizos que llenaban nuestras manos,
ecos lejanos de voces en umbrales que solían estar vacíos.
En la explanada, nuestros espíritus ocuparon el cuerpo buscado,
se consumieron totalmente, y unidos desparecieron en el tiempo,
ahi, en el segundo encuentro, confundimos piel con nube,
sollozos con juramentos de amor y caricias con pacto eterno.
Pero la pendiente había llegado a su cúspide, y reaccionamos.
Entonces, fue el instante de desgarrarnos en presencia de nadie,
despedazarnos lustrando colmillos, arrojando mordidas al aire,
hacernos polvo y convertinos en penosas partículas de olvido.
Cuando nos vimos así, alejarnos siendo empujados por el viento,
los quejidos producidos por nuestras gargantas se exinguían,
nuestros últimos restos resbalaban por el túnel destino al orígen,
esperando materializar el proceso y encarnar de nuevo un ciclo.
Edrei Peña
Art & Poesía (Pepe Martín)
TIERRA TENDIDA
Quédate tierra tendida
con los ojos bien abiertos,
tan eterna de sembrados,
tan inocente ante el cielo.
Tiéndete como una era
abrazando al universo,
llorando risas de trigo
y penas de tus barbechos.
Tiéndete que con mis manos
trille cantando tu cuerpo,
y que amase con tus lágrima
el pan de mis sentimientos.
Déjame que yo te ame con
cantos de trigos secos,
déjame aguardar tu noche
bajo el árbol de tus besos.S
ea la copa de ese árbol
testigo de nuestro encuentro,
que soy chichara y soy grillo
por estar en ti revuelto.
Que tú eres carne de campo
y pajizos son tus pechos,
y mi sangre toro bravo
que muge por tus silencios.
Pepe Martín
Art & Poesía (Dualidad)
Es la de ella
Yo había nacido para las otras historias
para que maldigan y bendigan mi nombre
para que me deseen y me odien
para que por mí luchen, y para que me olviden.
Yo había sido hecho para todo eso que fui.
El poeta de Mantua volcaba su corazón sobre el pergamino
el aroma de los cien toros sacrificados ganaban las calles de Amor
el Minotauro, sediento, aguardaba furioso en el laberinto
cuando la muchacha de treinta cantó su deseo sobre el oleaje
Por entre las rocas, siguiendo el rastro de su estrella
fui dejando mis vestiduras, dejando que mis pies aprendan la sangre
y acompañado por el golpe que el sol le da a los buscadores
seguí la voz que me decía "ven, es tiempo, y yo quiero"
El esteta, en Cafarnaún buscaba las palabras
el copista trasladaba el latín al griego
y el sudor destellaba mi frente todavía joven
cuando la vi, esplendiente, desnuda bajo el vuelo de águilas
Me ofreció una entrega brutal, peregrinando ávida
entre gemidos y sollozos, la dura senda de un placer de carne
fijando en su humedad la bandera de mi sed
para después, regalarme plácida, el extraño éxtasis de su sonrisa
La ruta a Catay, y la protegida por los Templarios
el brevario de la anciana que murmuró ajenas situaciones
el polvo que llega al cáliz en el templo de la ciudad de este siglo
y haber estado ahí, en su cuerpo, adivinando universos
Para que yo, que había nacido para las otras historias
le diga al mundo, llana y solitariamente
que no, que no fue mía, que fui yo quien fue suyo
y que mi piel, esta que porto, es la de ella que recuerda.
Dualidad
Art & Plástica
Engobes
Marina Beatriz López Martes (Grupo Basalto)
Los engobes se conocen por nombres diversos y, en algunos casos, incorrectos. Así, dentro del término general de engobes, pueden incluirse conceptos tales como: engalba, revoque, baño, barbotina, lechada, color de arcilla, papilla, crema de arcilla.
La pasta fluida que resulta de la mezcla de arcilla seca y agua en una proporción aproximada de igualdad, se conoce como barbotina o engobe.Esencialmente un engobe es una arcilla con características de esmalte.
O sea, es un compuesto con composición intermedia. Por lo general se entiende por engobe una arcilla, coloreada o no, que se aplica sobre una pasta soporte a modo de esmalte.Generalmente se aplican sobre soporte húmedo, aunque si su composición es la adecuada pueden aplicarse también sobre soportes secos o bizcochados.
La arcilla decorativa debe tener preferiblemente la misma temperatura de secado y de cochura que la masa, lo que se logra más fácilmente empleando la misma arcilla con adición de colorantes. A veces se pueden emplear mezclas de distintas especies de arcillas.
Generalmente estas mezclas suelen mezclarse en una agitadora y, después de pasarlas por un tamiz, quedan ya listas para su uso.Si la arcilla deja gran residuo en el tamiz, tiene que ser molida. Con el molido y tamizado se obtiene una distribución más homogénea de los colorantes o de las arcillas coloreadas incorporadas.
El decorado de arcilla sobre una pasta previamente cocida es difícil y se debe evitar. Tanto el decorado como el barniz se desconchan fácilmente. Si se quiere hacer, se debe agregar a la arcilla decorativa un barniz o una frita de fácil fusión.Con poca arcilla y mucho barniz, con o sin colorante, se pueden fabricar pastas que quedan bien recocidas y pegadas, pero que no se derriten... Ver Articulo>>
jueves
Art & Cuento Corto
El Jazmín del hombre medio
Sélavy
Por un momento, se siente muy desdichado al saber que ya jamás tendrá que ver con su inesperada capacidad para la pérdida de control psíquico. Que únicamente aspirará a ser un deprimido impar, uno más entre todas las personas que habitaban el planeta; un planeta más, del que era convenientemente ajeno. Lo intentaba una vez tras otra, pero se daba de bruces, no atinaba con la llave. Nadie lo haría. Nadie le abriría de nuevo el cuerpo e invadiría sus indudables posesiones legítimas. Lo intentaba y volvía una vez tras otra a los anagramas; los mismos u otros que partían de las mismas bases que aquellos que en los únicos momentos en que vivió de manera plena, habían convertido una lágrima en el propio ojo, escurriéndose por la mejilla, luego el mentón, hasta separarse, caer y formar parte de la alfombra, prendado del paisaje de todos sus días, de la habitación en la que mirarse a uno mismo sin un ojo, fumando tabaco, sentado, quieto, muy quieto, tomando luego café y las medicinas, variablemente según los horarios, haloperidol treinta gotas, sesenta, ciento diez. En esa época ya no puede jugar. Pone música en la cadena, pero no es capaz de distinguir un sol de un mi. Un sol y un mi juntos era un sol propio en el que se quemaba la nota que venía después. “Mi sol mi” representaba una desgracia, una quemadura, la desaparición de algún amor, el peligro inequívocamente interno provocado por alguna situación externa. “Mi sol mi fa mi”, daba conocimiento de un peligro de extinción que podía correr la familia a cambio de un dolor propio, grande a su vez, que simbolizaba la desaparición de la familia. La agonía en soledad. Otra vez “Sol-edad”. Él parte de la propia edad para hallar nuevas soluciones, y encuentra en el 22 un par de cobras, una dándole la espalda a la otra. Por un momento no sabe cuál de las dos le representa a él, aunque la probabilidad se inclina del lado de que su persona se trata de aquella que no ve el acecho de su igual, que le persigue de cerca, pero como serpiente cobra, incapaz de oír; de hecho, ninguna de las dos oye, pero el acecho sí está. El nombre de la familia de esa serpiente en particular lo asocia sin recorrer ningún tipo de hazaña a que debe alguna deuda ¿Qué tipo de cosas por las que deba pagar ha hecho él a lo largo de su existencia? Fue entonces cuando decide escribir un libro sobre ello, al que titula “Yo no he sido”. Un libro dador de pena del que reparte copias entre la gente que, de vez en cuando, por aquella época, le rodea. Entonces tenía 22 años. Era dos cobras. La solución al invertir el primero de los dos números y juntarlo con el segundo es un corazón sostenido por una línea. Quizá es la línea del horizonte. Quizá es la línea del Ecuador, lo que indica que su corazón se encuentra en el norte, pero es este un dato al que no da la más mínima importancia. Es el dato de que la línea del Ecuador sea imaginaria la que le ocupa. El hecho de que sea una línea que sólo define el mundo en su representación. La bola del mundo que le compraron a los seis años de edad. Necesariamente bola o mentira, aquella forma esférica tenía en su interior una bombilla que encendía y apagaba a su antojo. Es la desaparición de este interruptor a lo que termina achacando la causa de sus brotes psicóticos. Pero el hombre medio tiene a día de hoy la edad de 29 y no se ve en posesión de perder de nuevo el control del interruptor. El hecho de que la esfera del mundo que le regalaron cuando tenía seis años, se encontrase en la actualidad apagada en una habitación de su pequeño pueblo es lo que le obliga a mantener la esperanza de que sólo en su pequeño pueblo será capaz de volver a encender aquella bombilla y, consecuentemente... entonces anota en su cuaderno la palabra: Amor. Procede entonces a inventarse una persona, algo que amar, una chica joven, una señorita a la que dota de los más dignos atributos y que convierte en la gran mentira del mundo; el mundo que se encuentra en una habitación de su pequeño pueblo. Es de ello de lo que hace la primera novela que aún no ha tirado “Una mujer de nombre Cenobíades”. Aquella habitación donde mora la bola del mundo que le regalaron a los seis años de edad, sin pasar por alto el detalle de que el 6 simboliza a una mujer muy embarazada, sentada, al borde de dar a luz; es una habitación donde se encuentra un armario, una mesilla con lámpara pequeña (donde se halla a su vez la bola del mundo, y es donde él hace sus dibujos a los 23, 24, 25 y 26 años), una estantería con muchos envases vacíos, únicamente decorativos, y una cama en la que difícilmente pueden caber dos personas. Todo ello en el lugar más alto, diestro (mirada de frente) e irrespirable de la casa que lo ocupa. La casa de la abuela. La casa del pueblo. La casa de Valseca. El mundo o su bola se encuentra en unos muros que parecen destinados a la desaparición. Él es la única persona que puede ocupar esa casa una vez fallezca su abuela, pero él no va a hacer nada de eso. No se ve capaz. No sabe. Tampoco le dejan, pero la culpa no es de nadie más que suya. Así pues, se invita a pensar que sólo en los días que la habita (los veranos durante la vida de abuela) le exponen a su bola del mundo, a su interruptor, a su viable locura, a los únicos momentos memorables de su mundo, de su actualidad y vida. Le gusta verse esa casa. Ver cómo a medida que pasa el tiempo menos gente se ocupa de ella. Ver cómo depende de la mano de abuela para su resistencia, y saber de la edad avanzada de abuela y la notable merma de su disposición para la casa. Le asombra sin embargo que la abuela no haya perdido la voluntad de rezar y admira tal cualidad. Abuela suele rezar a oscuras ¿No es este un dato absolutamente conmovedor y también ciertamente revelador? Después anota la palabra “Casa” en su cuaderno y mete una U en el medio. La U simboliza un imán. La atracción que siente hacia la vida rural y lo que de su niñez guarda, incluida la bola del mundo de una habitación decididamente asquerosa, aquella bola que le regalaron a la edad del 6, precisamente su propia madre, la madre que le había dado a luz seis años antes del regalo. Luego anota: Mi casa no es de metal. Y a continuación: Mi causa es de metal. Recuerda la pistola de tío. Tío era policía y llevaba pistola. Le agrada recordar eso. Le agrada recordar que tío guardaba la pistola debajo de la almohada, sobre donde al dormir se reposa la cabeza, y sabe que tío ocupó antes que él las camas que él ahora ocupa (incluida la de la habitación que a fecha de hoy contiene la bola del mundo). Un día tuvo ocasión de coger la pistola que estaba, obviamente, descargada. Antes se la pidió a tío. Él no cogía las cosas sin previo permiso. Recuerda que entonces lo que más le llamó la atención del trasto era su peso, apenas podía sostenerla con una mano. En cambio, la bola del mundo era viablemente sostenible con cuatro dedos e, incluso, con dos. Anota en su cuaderno entonces: ¿En qué queda la hazaña de Cronos al lado de un hombre que porta...? Luego lo tacha. Siempre que ha buscado las visiones y, consecuentemente, la vida vegetal que propina a largo plazo la medicina antipsicótica, ha empezado anotando cosas de ese estilo. Frases de apariencia inocente, pero de una carga muy capaz para él. Duda entre un mapamundi y un interruptor. Algunas veces ha reconocido mediante esa búsqueda que ha perdido el hilo que le une al mundo, que todo se ha acabado, pero no, luego vuelve, aún no se acabado y nunca se acabó. Volvió del letargo de la medicación antipsicótica, así fue en tres ocasiones, y buscó el cuaderno donde había anotado las frases, pero el cuaderno siempre ha desaparecido, aunque su familia sostiene sin descanso que en casa nadie toca sus cosas. ¿Dónde estaban aquellas frases? ¿Cuál es la razón por la que tacha las nuevas que se le ocurren? Es ese lugar donde vive con 29 años recién cumplidos. El 2 del principio, aquella cobra, sigue ahí, pero quien lo acompaña detrás es probablemente un globo que vuela acompañado de un hilo, al que arrastra el viento que viene del oeste. Uno de tantos globos que se le fue de las manos a un niño “¿Es capaz de sostener una cobra el hilito de un globo?” A continuación tacha la frase y decide salir de la habitación desde cuya alfombra uno de sus ojos le mira desde que tenía la edad de 22 años, probablemente menos. Baja al salón y enciende el televisor y mira los horóscopos o los deportes en el teletexto.
Sélavy
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DIARIO DE OPCIONES
Por Jesús Vega Prialé
Cuando estaba de estudiante, los amigos quisieron llevarme a participar con ellos de los desfiles y ceremonias de izamiento que se hacían y se hacen todos los domingos; circunstancia a la que me negaba por tener que cumplir otras tareas. Tenía que decidir en darle tiempo a “el amor a la patria” o “el amor al amor”Larga polémica en la que para sustentar mi opción, concluí "el amor también es una ceremonia cívica que empieza con el izamiento del pabellón personal" y terminó la discusión.(Puedes ver más de este escritor en
Art & Cuento Corto
Fotografía de Hans Bellmer "Ginoides"
El encantamiento
Unica Zürn
La primera luz del amanecer entraba en el taller de sastrería por las ventanas sin cortinas. Los maniquíes parecían negros bultos sin forma.La señorita Milli se sorprendió al encontrarse echada en el sofá sin el vestido. Al ir a extender la mano hacia la prenda, se asustó: no tenía brazos. Cuando la señorita Milli se miró los hombros y vio luego las negras siluetas de los maniquíes, sintió un hondo desconsuelo: estaba como ellos. Lentamente, a medida que crecía la luz, iban perfilándose las siluetas de los maniquíes. Pecho abombado, espalda erguida, caderas firmes y bien torneadas descansando sobre el pie. -Ya se ha dado cuenta –susurró el maniquí más grande, al que se probaban los fracs y las americanas.-Mira, está asustada –dijo otro. -No te desesperes –la animó un tercero. -No te aflijas. ¡Nosotros estamos contigo! La señorita Milli escuchaba las voces tenues y amigas que sonaban en el taller y que salían de los maniquíes. Tenía frío. Le temblaban los hombros. Se quedó echada en el sofá, muy quieta, mirándose. -Lo sentimos mucho –dijo el maniquí más grande-. Menos mal que le ha dejado cabeza. La señorita Milli callaba; todo le parecía borroso, confuso. -Ahora que usted se parece a nosotros –empezó el maniquí grande, con voz aún más dulce y compasiva-, a pesar de que aún conserva la cabeza, ¿permite que le expliquemos lo ocurrido? La voz esperaba.Entonces, en el interior de un maniquí empezó a sonar el leve tarareo de una tierna alborada. El cantor se balanceaba suavemente, y la dulce y lenta melodía sonaba como un suspiro. ¿Así que todos aquellos maniquíes, inmóviles y oscuros, que la señorita Milli conocía desde hacía años, tenían vida? ¿Estaban vivos, y ella no lo había notado hasta ahora, cuando compartía su suerte? La señorita Milli se levantó, fue a la ventana y miró afuera. Sin volverse, preguntó:-¿Ha sido el oficial?-Ah, ya se acuerda –dijo el maniquí más grande-. Sí; ha sido él, el canalla más bestial que hemos visto en nuestra vida, ese gordo pelirrojo.-¿Qué me ha hecho? –a la señorita Milli le temblaba un poco la voz. -Ayer el maestro sastre le dijo que se quedara a trabajar hasta más tarde –le recordaron los maniquíes. Ella asintió.-Sí. Tenía que coser la cola del vestido azul de madame Soré.-Ya se habían ido todos –prosiguió el maniquí más grande-. Usted estaba sola, cosiendo. Cantaba una canción para distraerse. Entonces el oficial volvió. -Fue uno de los más viles atropellos que hemos presenciado –terció en la conversación otro maniquí-. Se le acercó por detrás, la agarró por los brazos, la lanzó en ese sofá y...-¿Y...? –preguntó la señorita Milli.-¡Usted se defendió! Lo arañó bien. Y me parece que hasta le mordió en una oreja. Usted peleó, señorita Milli, peleó como una heroína, pero...-¿Pero? –jadeó la señorita Milli. -Él es muy fuerte, ¿comprende?, no había esperanza, nosotros nos volvimos hacia la pared, temblando de vergüenza, por no poder hacer nada. -Pero mis brazos... –sollozó la señorita Milli con súbita desesperación-. ¿Qué ha sido de mis brazos?-Él no consiguió nada, señorita Milli –dijo el maniquí grande con suavidad-. Usted conservó la cabeza, él luchaba y al fin dijo...-¿Qué dijo? ¿Qué dijo, por Dios?-Dijo –prosiguió el maniquí con voz dolorida-, dijo: << ¡Pues serás como uno de éstos! >>. Y nos señalaba a nosotros. << ¡Sin brazos, sin piernas y sin... cara! >>La señorita Milli se volvió lentamente. -Sin... cara –susurró.El maniquí grande, turbado, frotó el suelo con su pata de madera.-Sí –murmuró-. Él...-¿Qué? ¡Habla, por lo que más quieras!Del cuerpo de los maniquíes salía un llanto suave que partía el corazón. -Nos da usted mucha pena –decían entre suspiros.-Le ha borrado la cara –murmuró el maniquí masculino-. Ya no tiene cara. Lentamente, la señorita Milli se apartó de la ventana y fue hacia los maniquíes. La piel sonrosada de la mujer hacía un bello contraste con aquellos cuerpos negros. Al fin dijo:-¿Entonces soy una de vosotros?-Es un gran honor –dijo el maniquí masculino y, con movimientos rígidos, trató de hacer una reverencia. -Siempre será la más hermosa. Aún tiene su pelo, su pelo suave de mujer. Y el contorno de su cara es bello y armonioso. Ah señorita Milli, es usted el maniquí más bonito que hemos visto en nuestra vida.Las mejillas de la señorita Milli se ahuecaron en una sonrisa. -Me quedaré entre vosotros.-¡Oh, qué alegría, señorita Milli! –exclamaron los maniquíes-. Haremos todo lo que podamos para que sea feliz. (1)
(1) "El encantamiento", del libro "El trapecio del destino y otros cuentos".Editorial Siruela.Traducción: Ana María de la Fuente.
Art & Cuento Corto
UNA ESTANCIA EN TU BOCA
Victor Van Amadeus
Haber, veamos todas las cosas claramente, fuera de exaltarnos; es necesario no sentir nada, para que así no se confundan los fines a la que perseguíamos y a los que en la vida nos evocaríamos a buscarlos; no, es un delito hacer eso, al menos para mí, por estos tiempos, más bien nuestra intención, la mía, era y es de acercarnos mutuamente, sin ninguna presión, sin ningún interés de por medio que cambie nuestra visión inicial, pues eso lo deseamos y lo queremos, no queremos mezclar papas con camotes, sino solamente rozar unos cuerpos adormecidos por la rutina y la monotonía, para comenzar, claro está, el gran viaje que nos incita al momento en que nos vemos fijamente, por casualidad, o por error, y por todo lo demás, que hace que veamos unos ojos espantados, sorprendidos de tales coincidencias pero que al fin y al cabo son producto de un esfuerzo inconsciente de sabernos presentes, agraciados o desgraciados.Pues esas coincidencias forman la cara de la vergüenza, convencidos de que algún día dejaremos estas cosas, ya que todo cansa en esta vida, hasta los actos que hacemos diariamente, y ni qué decir de las palabras, éstas son las primeras en borrarse del mapa para pasar al cementerio de frases, que después de recordarlas nos ruborizamos por tanta tontería dicha en las cortas conversaciones que se tuvieron en unas largas tardes. En aquellos ocasos, ni cuenta que nos dábamos cuando el sol hirviente se moría detrás de tus espaldas. Empezaba a ser un recalcitrante frío, obligándonos a retirarnos hasta al siguiente día. Donde inevitablemente nos teníamos que ver, nuevamente teníamos que fingir que nunca nos hemos visto, ni hablado, porque era ahí donde poníamos a prueba nuestra resistencia de no cruzar palabra alguna, ni mucho menos acercarnos para tocar nuestros dedos y percibirnos vivos.La verdad es que me parecía mejor continuar con todo esto, como lo fue hace tiempo, con el primer beso en el quinto piso de una vieja biblioteca, luego de las clases de anatomía, el momento demandaba hacer algo más esa vez, pues acaso eras tú la que prendió la mecha, y ya no paramos más, pero fue ese primer beso, no lo hicimos bien, que demoró nuestro paso hacia la congraciada rutina; esta vez no pasaban revista por nuestras actividades, éramos clandestinos, unos prófugos de los amigos y profesores, pues nos buscaban desesperadamente, como en los tiempos de la guerra interna, con la diferencia que aquellos tiempos llovían balas, hoy solamente llovían gritos y reclamos, ¿Dónde estábamos? ¿Qué hacíamos?¿Para qué nos reclamaban, si no éramos imprescindibles para todos?Esta desesperación de nuestros amigos de encontrar algún sentido en nuestra unión, era un problema muy difícil de solucionar; y es más, trataron de recurrir a psicólogos para buscar la razón de nuestra pérdida de juicio, porque eso es lo que argumentaban, que estábamos locos, si aún no nos habían visto pegados o conversando de cosas que solo nos incumbían a nosotros. No concebían en su cabeza –tus amigas– que mis manos pudieran pasar por tus cabellos de manera exaltada, para nada; tampoco concebían que nuestras bocas sedientas de un éxtasis incompleto, forjaran alguna mezcla imperfecta de aliento y saliva; que ellas fueran capaces de incorporarse después de un maremoto; ¿Qué podían ellas pensar de ti, entonces? Y sobre todo ¿qué podrían pensar, mis amigos, de mí? ¿Es que acaso mi reputación estaba corriendo peligro? No creo que me negaría a negar que ya la conozco demasiado para decir que solo somos unos desconocidos en un salón conocido; ante todo estaba mi orgullo, que me conducía a decir abiertamente “no la conozco” “¿cual es su nombre?” cuál es su nombre…. sabía todo lo necesario para ubicarla en donde sea posible verla perdida. Pero este conocimiento era un conocimiento, no de su familia, no de sus estudios, menos de los anteriores sátiros que se involucraron con ella, sino se trataba de un conocimiento que rozaba con el misterio, con lo agnóstico, un conocimiento que nadie llegó a descifrar sino solo yo, cuando de interpreté sus murmullos y sus gestos, e iniciamos la gran revelación del calor, estábamos febriles, mientras que afuera de nuestros cuerpos, corría sin rumbo un enorme ventarrón; casi nos daba soroche, nos asfixiábamos desesperados de no encontrar un nuevo método para encontrar la paz en mis labios, en tus labios, si no que tan solo hallábamos angustia, desconcierto, y un cierto placer grotesco y violento de saber que pronto se tendría que acabar esto inesperadamente, pues luego de esto, del término de este trance, se despejaría esta atmósfera blanca, volveríamos a tener un frío puntiagudo que llegue hasta nuestros huesos, bajaríamos lentamente, separados, de un extremo a otro, viendo si nadie no nos ha visto bajar, tú primero saldrías para afuera y luego de esperar muchos minutos, saldría yo, como si nada hubiera pasado, eso notarías claramente en la expresión de mi cara. Entonces no te miraría más, nada, me excusaría ante ti, para que me dieras permiso para salir y perderme entre la muchedumbre. Tú correrías sin proferir un adiós…como siempre. VICTOR VAN AMADEUS
http://www.victorvanamadeus.blogspot.com/
Victor Van Amadeus
Haber, veamos todas las cosas claramente, fuera de exaltarnos; es necesario no sentir nada, para que así no se confundan los fines a la que perseguíamos y a los que en la vida nos evocaríamos a buscarlos; no, es un delito hacer eso, al menos para mí, por estos tiempos, más bien nuestra intención, la mía, era y es de acercarnos mutuamente, sin ninguna presión, sin ningún interés de por medio que cambie nuestra visión inicial, pues eso lo deseamos y lo queremos, no queremos mezclar papas con camotes, sino solamente rozar unos cuerpos adormecidos por la rutina y la monotonía, para comenzar, claro está, el gran viaje que nos incita al momento en que nos vemos fijamente, por casualidad, o por error, y por todo lo demás, que hace que veamos unos ojos espantados, sorprendidos de tales coincidencias pero que al fin y al cabo son producto de un esfuerzo inconsciente de sabernos presentes, agraciados o desgraciados.Pues esas coincidencias forman la cara de la vergüenza, convencidos de que algún día dejaremos estas cosas, ya que todo cansa en esta vida, hasta los actos que hacemos diariamente, y ni qué decir de las palabras, éstas son las primeras en borrarse del mapa para pasar al cementerio de frases, que después de recordarlas nos ruborizamos por tanta tontería dicha en las cortas conversaciones que se tuvieron en unas largas tardes. En aquellos ocasos, ni cuenta que nos dábamos cuando el sol hirviente se moría detrás de tus espaldas. Empezaba a ser un recalcitrante frío, obligándonos a retirarnos hasta al siguiente día. Donde inevitablemente nos teníamos que ver, nuevamente teníamos que fingir que nunca nos hemos visto, ni hablado, porque era ahí donde poníamos a prueba nuestra resistencia de no cruzar palabra alguna, ni mucho menos acercarnos para tocar nuestros dedos y percibirnos vivos.La verdad es que me parecía mejor continuar con todo esto, como lo fue hace tiempo, con el primer beso en el quinto piso de una vieja biblioteca, luego de las clases de anatomía, el momento demandaba hacer algo más esa vez, pues acaso eras tú la que prendió la mecha, y ya no paramos más, pero fue ese primer beso, no lo hicimos bien, que demoró nuestro paso hacia la congraciada rutina; esta vez no pasaban revista por nuestras actividades, éramos clandestinos, unos prófugos de los amigos y profesores, pues nos buscaban desesperadamente, como en los tiempos de la guerra interna, con la diferencia que aquellos tiempos llovían balas, hoy solamente llovían gritos y reclamos, ¿Dónde estábamos? ¿Qué hacíamos?¿Para qué nos reclamaban, si no éramos imprescindibles para todos?Esta desesperación de nuestros amigos de encontrar algún sentido en nuestra unión, era un problema muy difícil de solucionar; y es más, trataron de recurrir a psicólogos para buscar la razón de nuestra pérdida de juicio, porque eso es lo que argumentaban, que estábamos locos, si aún no nos habían visto pegados o conversando de cosas que solo nos incumbían a nosotros. No concebían en su cabeza –tus amigas– que mis manos pudieran pasar por tus cabellos de manera exaltada, para nada; tampoco concebían que nuestras bocas sedientas de un éxtasis incompleto, forjaran alguna mezcla imperfecta de aliento y saliva; que ellas fueran capaces de incorporarse después de un maremoto; ¿Qué podían ellas pensar de ti, entonces? Y sobre todo ¿qué podrían pensar, mis amigos, de mí? ¿Es que acaso mi reputación estaba corriendo peligro? No creo que me negaría a negar que ya la conozco demasiado para decir que solo somos unos desconocidos en un salón conocido; ante todo estaba mi orgullo, que me conducía a decir abiertamente “no la conozco” “¿cual es su nombre?” cuál es su nombre…. sabía todo lo necesario para ubicarla en donde sea posible verla perdida. Pero este conocimiento era un conocimiento, no de su familia, no de sus estudios, menos de los anteriores sátiros que se involucraron con ella, sino se trataba de un conocimiento que rozaba con el misterio, con lo agnóstico, un conocimiento que nadie llegó a descifrar sino solo yo, cuando de interpreté sus murmullos y sus gestos, e iniciamos la gran revelación del calor, estábamos febriles, mientras que afuera de nuestros cuerpos, corría sin rumbo un enorme ventarrón; casi nos daba soroche, nos asfixiábamos desesperados de no encontrar un nuevo método para encontrar la paz en mis labios, en tus labios, si no que tan solo hallábamos angustia, desconcierto, y un cierto placer grotesco y violento de saber que pronto se tendría que acabar esto inesperadamente, pues luego de esto, del término de este trance, se despejaría esta atmósfera blanca, volveríamos a tener un frío puntiagudo que llegue hasta nuestros huesos, bajaríamos lentamente, separados, de un extremo a otro, viendo si nadie no nos ha visto bajar, tú primero saldrías para afuera y luego de esperar muchos minutos, saldría yo, como si nada hubiera pasado, eso notarías claramente en la expresión de mi cara. Entonces no te miraría más, nada, me excusaría ante ti, para que me dieras permiso para salir y perderme entre la muchedumbre. Tú correrías sin proferir un adiós…como siempre.
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Art & Literatura
Primavera Sombría
Juan Bonilla
HAY un relato breve de la escritora alemana Unica Zürn (publicado recientemente por la editorial Siruela) que nos puede prestar una versión exacerbada de la Lolita enamorada de un hombre maduro. Se titula 'Primavera sombría' y narra, en una tercera persona telegráfica y poética, el despertar al «ansia de placer» de una niña que acaba siendo sometida por las fuerzas del mundo y la incapacidad para satisfacer el deseo que la convencerán de que el vacío es preferible a la existencia y el no-ser un ente reportador de más dicha que el ser. El relato es aparentemente autobiográfico, aunque eso carece de importancia más allá de su enérgica apuesta por una literatura testimonial y dolorosamente vaticinadora -porque el salto al vacío con que concluye 'Primavera sombría' adelanta el final de la autora del relato, que se suicidaría años después de escrito el cuento. Unica Zürn padeció diversas crisis esquizofrénicas que la mantuvieron asilada en distintos centros sanitarios. Fue amante de Hans Bellmer, artista que experimentó su sadismo con el masoquismo de la escritora, a la que fotografió en hirientes poses que hoy son parte de la Historia de la Vanguardia e ilustraciones explícitas para los analistas clínicos de las perturbaciones del deseo. Conoció a todos los grandes de las vanguardias de entreguerras, se enamoró de Henry Michaux, fue cómplice de Man Ray y de Max Ernst, escribió algunos cuentos que hay que contar entre lo más intenso que produjo el surrealismo literario.'Primavera sombría' comienza con una declaración que ya dice mucho de los acontecimientos que van a tener lugar: Su padre es el primer hombre que ella conoce. El padre de la protagonista es un hombre ausente, sólo se hace presente para herir a la protagonista con una sensación de intensa extrañeza y perturbador deseo, y en cuanto éste hace aparición colocando a la protagonista en un laberinto de preguntas, la figura vuelve a desaparecer. Más adelante, la protagonista cree haberse enamorado de un chico un par de años mayor que ella, que le escribe una carta de cuatro palabras que ella tarda horas en leer, y contesta. Se produce un precioso intercambio de mensajes. Ella se hace la dormida. El le escribe:
«Yo sé cómo podría despertarte». Es la bella durmiente y sabe que la respuesta que él va a darle es: «Te despertaría con un beso». Pero si la despertara con un beso todo habría acabado. El beso es el fin. Es lo que todos esperan. Pero ella quiere vivir permanentemente en la espera. Mucho después de escritas esas palabras Roland Barthes en sus 'Fragmentos para un discurso amoroso' lo repetirá: el enamorado es el que vive en la espera. La espera es la enseña del futuro, como el recuerdo es la del pasado y la acción la del presente. Quien elige la espera como enseña, elige el mandato de la ilusión y del sueño. Y es aquí donde cabe la frase de Jung según la cual la enfermedad mental no es otra cosa que un sueño hecho realidad.El mundo de sueños y espera en el que vive la Lolita de 'Primavera sombría' choca frontalmente con una realidad cruenta y despiadada. Su iniciación sexual, marcada por esa espera en la que se siente al fin a salvo, la espera de la presencia de su padre, la espera del beso que la despierte (no quiere que se produzca, porque el beso pondría fin a la espera del beso, porque el despertar pondría fin al sueño en el que mora y se siente segura) está tachonada de imágenes masoquistas. Un perro le lame el sexo y ella se representa la lengua del animal como un cuchillo; mientras llega al orgasmo ella imagina a un hombre que le corta el cuello. Pero es un masoquismo controlado por la fantasía: cuando su hermano la ataca, el dolor no se acompaña del mismo placer que otras veces la arrebata.La última estación de esa espera se produce cuando conoce en unos baños a un hombre maduro y atractivo del que se enamora ipso-facto. Lo que siente por esa figura, nos dice la narradora, no lo ha sentido nunca antes. El amor le rebosa porque ella es muy pequeña para contener ese sentimiento, nos dice la narradora. Esto es: la niña se convierte en recipiente insuficiente de un elemento tan caudaloso que acaba supliendo la propia identidad de quien ama, pues le muestra su insuficiencia y a la vez lo declara culpable por no tener la capacidad suficiente para contener lo que recibe. El anhelo se convierte en culpa y la culpa, atrofiada por la propia fantasía de quien se muestra a sí mismo como enfermo, transforma a quien ama en una víctima que se echa la culpas a sí misma para sacrificarse. El afán de sacrificio es aquí desorbitado, porque llega al acto supremo de negación del 'yo', el suicidio. La imagen final del relato no puede ser más perturbadora: estampada contra el suelo real que le ha robado definitivamente la existencia, el cuerpo de la niña sigue expuesto a la realidad: el perro es el primero que ve el cadáver, acude a él, mete la cabeza entre sus piernas y empieza a lamer, pero al ver que la niña no reacciona, abandona su tarea, se tiende junto a ella y empieza a sollozar.Poco antes de suicidarse, Unica Zurn se preguntaba si su pasión por lo extraordinario era la culpable de que su enfermedad se presentara una y otra vez, invencible, y si sus crisis esquizoides no eran una especie de válvula de escape que le permitían escapar del tedio de vivir. Se rebelaba así contra la idea existencialista de que es, precisamente, el tedio disuelto en el líquido amniótico del vacío de existir, el que era capaz de oponer una razón de insistencia ante la angustia que provoca ese vacío. Ese tedio, estudiado por Heidegger, como uno de los motores del ser, se erige en enemigo principal de lo que bien pudiéramos llamar las existencias heroicas, aquellas que no pueden comulgar con la idea de que la vida se nos marche en el mero vivir, sino que han de indagar en éste para convertirlo en una aventura excepcional, porque sólo en lo excepcional acontece algo que merezca el nombre de vida. La congestionada infancia que se nos ofrece en 'Primavera sombría', presenta a una criatura que aprende pronto que no va a saber coleccionar excepciones suficientes como para que le merezca la pena la suma de padecimientos y tedios de que se compondrá su biografía. Su derrota, representada en la figura del varón apuesto del que se enamora y al que sabe inalcanzable, queda fijada por su incapacidad para aceptar las reglas de lo real.Hay un momento francamente impresionante en el relato de la pasión que se desarrolla en el interior de la muchacha por el hombre maduro. Este le regala una fotografía suya. Para ella es un tesoro impagable. Primero la protege y la convierte en una fortificación. Pero luego se da cuenta de que si alguien la descubriera, la debilitaría hasta hundirla, sería compartir, revelar lo mejor de sí misma para que fuera convertido en comentario de los otros, en algo real, es decir, infame. Así que hace pedazos la fotografía y se la come. No sólo es un acto de amor: es un acto religioso, de santificación del amado mediante el cual, a la vez que la niña se hace uno con él, renuncia para siempre a la posibilidad de que alguna vez sea alcanzado. No puede ser real porque eso lo convertiría en infame. ¿Qué es lo real? ¿Qué persigue quien ama? Su certidumbre de que el beso es el final de una aventura, fija el territorio de ésta en los páramos sin límite de la imaginación, donde se siente segura, donde el mundo no puede incordiarla. Por eso se siente feliz cuando espera, por eso aborta su existencia: ha vivido lo poco que ha vivido en un futuro que repentinamente se le ha aparecido como irreal, como falacia, y a él se dirige, y a él entrega su vida ahora que sabe que es mentira.
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Primavera sombría (fragmento)
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" Saca del armario un pijama más bonito y se lo pone. Se mira al espejo por última vez. Imagina el golpe que su cuerpo dará en el suelo y las manchas de tierra y de sangre que habrá en el pijama. En el cementerio reinará un silencio de muerte y la gente se mirará con ojos de culpabilidad: ¿No sabéis que aquí hay una niña que se mató por amor? Y en adelante los padres serán menos severos y más cariñosos con sus hijos, para que no les ocurra lo mismo. Y piensa también en el duro y estrecho ataúd, en el que no podrá estirar los brazos y las piernas como hace en su cama blanda. Estará rígida como un soldado. ¿Y si no se mata al caer y la salvan? (...)Ya está casi oscuro en la habitación. Sólo llega a la ventana el resplandor de una farola de la calle. Ya le es indiferente morir "en suelo extraño" o en su jardín. Se sube al alféizar, se sujeta con fuerza a la cuerda de la persiana y ve su oscura silueta en el espejo. Le parece encantadora y empieza a sentir compasión de sí misma. "Se acabó", dice en voz baja, y antes de que sus pies se separen del alféizar, ya se siente muerta. Cae de cabeza y se desnuca. Su cuerpecito queda extrañamente doblado sobre la hierba. El primero que la encuentra es el perro. El animal mete la cabeza entre las piernas de la niña y empieza a lamer. En vista de que no se mueve, se tiende a su lado llorando suavemente. "
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Primavera sombría (fragmento)
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" Saca del armario un pijama más bonito y se lo pone. Se mira al espejo por última vez. Imagina el golpe que su cuerpo dará en el suelo y las manchas de tierra y de sangre que habrá en el pijama. En el cementerio reinará un silencio de muerte y la gente se mirará con ojos de culpabilidad: ¿No sabéis que aquí hay una niña que se mató por amor? Y en adelante los padres serán menos severos y más cariñosos con sus hijos, para que no les ocurra lo mismo. Y piensa también en el duro y estrecho ataúd, en el que no podrá estirar los brazos y las piernas como hace en su cama blanda. Estará rígida como un soldado. ¿Y si no se mata al caer y la salvan? (...)Ya está casi oscuro en la habitación. Sólo llega a la ventana el resplandor de una farola de la calle. Ya le es indiferente morir "en suelo extraño" o en su jardín. Se sube al alféizar, se sujeta con fuerza a la cuerda de la persiana y ve su oscura silueta en el espejo. Le parece encantadora y empieza a sentir compasión de sí misma. "Se acabó", dice en voz baja, y antes de que sus pies se separen del alféizar, ya se siente muerta. Cae de cabeza y se desnuca. Su cuerpecito queda extrañamente doblado sobre la hierba. El primero que la encuentra es el perro. El animal mete la cabeza entre las piernas de la niña y empieza a lamer. En vista de que no se mueve, se tiende a su lado llorando suavemente. "
Art & Literatura
Torturadora de muñecas
Por Eve Gil
(Para Ana Clavel, Premio Internacional de Novela Corta Juan Rulfo 2005)
La mente del artista es un bosque encantado, uno de los misterios más intrincados y fascinantes hasta para el artista mismo, quien raras veces logrará discernir si ese perpetuo vértigo de vivir en el límite de la razón y la locura, “un sueño hecho realidad”, diría Carl G. Jung, es un don o un castigo. Uno de los casos más extremos es el de la narradora alemana Unica Zürn, que no tuvo empacho en ofrendar la cordura al arte. Sus comentaristas hacen mucho énfasis en la siniestra alegría con que se dejó raptar por las ninfas desde la más tierna infancia según se aprecia en su dolorosa autobiografía Primavera sombría (Siruela, 2005, Traducción de Ana María de la Fuente), de tal suerte que ella misma dirá:
“Si alguien le hubiera dicho que habría de volverse loca para tener estas alucinaciones, en especial la última, no habría tenido inconveniente en enloquecer. Sigue siendo lo más asombroso que he vivido nunca.” (“El hombre jazmín”).
Nacida en Berlín el 6 de julio de 1916, hija de un cazador de objetos exóticos en África que habría de heredarle esa fijación vital, a esta mujer rubia, alta y de extraordinaria belleza le tocó vivir una realidad que su obra refleja apenas en chispazos, como este fragmento del cuento “Léonel, árbitro de la suerte”: “Los telegramas de la bolsa le pegan como piedras de molino. Le aplastan el cuerpo, exprimiéndole toda la alegría. Y es que dondequiera que va ocurre algo parecido. En todas partes se le recibe con temor y el consabido grito de “¡Un telegrama!” lo persigue (…)” El horror de la Segunda Guerra, que signó la obra de los contemporáneos de Unica tales como Paul Celan o Heinrich Böll, es perceptible bajo una pátina de infantil desasosiego donde el espanto se manifiesta con extraordinaria belleza y amabilidad como en el sublime “El encantamiento”, donde la señorita Milli, una humilde costurera, se transforma en uno de sus maniquíes sin cara a raíz de una violación, experiencia con la que Unica está dolorosamente familiarizada. Estos y otros treinta y nueve relatos cortos componen el volumen El trapecio del destino (Siruela, 2004, traducción del alemán, Ana María de la Fuente), la segunda obra traducida al español de esta autora. En la primera, Primavera sombría, donde nos habla de la niña que fue en segunda persona, revela una serie de circunstancias que nos hacen ver que la herida de la Segunda Guerra no es sino una prolongación de la que ya cargaba desde la infancia, cuando tortura y descuartiza en forma cruenta la hermosa muñeca que acaba de regalarle la amante de su padre y es víctima de estupro a manos de su hermano mayor. Desde la escritura de este texto tan hermoso como terrible, se perfila el trágico destino de la autora que ya a los ocho años consideró seriamente la idea de arrojarse al vacío: “¿Habrá en el mundo alguna persona que sea feliz? ¿Cuántos serán los que, en todo el mundo, estén ahora junto a una ventana pensando en arrojarse al vacío? (...) Saca del armario su pijama más bonito y se lo pone. Se mira al espejo por última vez. Imagina el golpe que su cuerpo dará en el suelo y las manchas de tierra y de sangre que habrá en el pijama (...) Le gustaría que la gente la admirase, que nunca nadie hubiera visto a una niña muerta más hermosa que ella.”Pese a ser virtualmente desconocida o, en el mejor de los casos, conocida como esposa y musa del desconcertante escultor surrealista Hans Bellmer (1895-1975), que tenía fijación por las muñecas grotescamente mutiladas, Unica Zürn fue admirada, reverenciada por Man Ray, Max Ernst, Jean Arp y Henry Michaux, en quien se inspiró para “El hombre jazmín”. “Leyó a fondo todos sus escritos teóricos y le impresionó especialmente la poesía del inconsciente de Michaux —señala Cecilia Dreymüller, prologuista de la edición española de El trapecio…— Ahí encontraba ese espacio intermedio entre los sueños y pensamiento asociativo que desarrollaría en su obra.” Los destinos de Unica y Bellmer confluyeron en París, en 1953, y si bien se trató de una relación tortuosa, Unica recorrió de la mano de su verdugo subliminal el camino sembrado de brasas ardientes que culmina en la perfección, convirtiéndose en una consumada poeta según lo demuestra en el precioso libro Hexentexte, o “Textos de la hechicera”, compuesto de cien anagramas y diez dibujos de la propia Unica. Lejos de inhibir sus impulsos artísticos, Bellmer la impulsó a escribir y a dibujar, básicamente retratos dentro de la misma corriente surrealista, faceta en la que la autora denota también una aterradora fantasía que la ha vuelto codiciable entre los coleccionistas de arte. Se le exhibe a perpetuidad en la Galería Ubu de Nueva York.Harto inquietante resulta el dato de que Unica no empezó a escribir prosa sino hasta después del primer brote esquizofrénico que disparó su imaginación a alturas insospechadas, pues anteriormente sólo había escrito poesía y periodismo. De algún modo, Unica, cuerpo torturado en la terrorífica imaginación de su marido que hizo de ella un fetiche, una muñeca viviente que naufraga entre mutilados miembros de porcelana —elaboró de hecho dos pavorosas muñecas con la cara y el cuerpo de su musa—se apropió de una dimensión mágica e infrahumana donde el asombro es un árbol petrificado. Leerla me ha hecho recobrar la infantil excitación ante la nocturna promesa de “un cuento” pues los de Unica poseen esa muy perversa inocencia de las narraciones de la antigua tradición europea (pienso concretamente en los Hermanos Grimm). Tanto sus cuentos como sus dibujos coinciden con las obsesiones que se perfilan en los cuentos de hadas: el padre exótico, la madre impura y los rituales oníricos: “Dejó de llover y hasta asomó la luna que reluce entre las nubes. Los árboles tienen sombras alargadas. De una de estas sombras sale el lobo flaco y largo. Veo que se para, alarga el cuello y se queda quieto, como si fuera de piedra. Como un perro abandonado que se ha vuelto malo, al que ya no asusta nada y está medio loco de soledad.” (“El lobo ha muerto”, p. 82).Los cuentos reunidos en El trapecio del destino poseen una estricta unidad caótica, casi novelesca. Hay personajes recurrentes como Sibby, una niña encantadora, “patas de cigüeña y calcetines caídos”, fatalmente enamorada del único ser que no la ama; Tom y Betty, un matrimonio de adolescentes que habita el ojo del huracán de un bosque alucinante; León y Madamaken, una pareja madura que protagoniza situaciones hilarantes, así como equilibristas sonámbulas, peces con características humanas, niñas enamoradas de adultos y hasta la sorpresiva aparición de la Virgen de Guadalupe, “muy milagrosa”, en el cuento “El hombre que vino con la luna”. Más que fantásticos, los cuentos de Unica siguen la lógica de los sueños, no como cuentos detallados sino narrados con cierto metalenguaje onírico, justo en el momento en que dichos sueños transcurren aunque amarrados por una bien disimulada estructura cuentística. El resultado es una maravillosa poesía en estado puro y salvaje: “La libertad, una vez la abrazamos, nos atrapa para siempre, ya no nos suelta. La libertad habita en la soledad, en un mundo sin anclas y sin amarras, en el que nadie nos ayuda ni nos sostiene más que nosotros mismos.” (“El capitán Libertad tenía razón”, p. 52).Cecilia Dreymüller asegura que estos cuentos, seleccionados de entre un centenar que Unica alcanzó a publicar en diversos periódicos, conforman un mosaico autobiográfico. Tom y Betty, por ejemplo, no son sino una versión imberbe de la pareja Bellver-Zürn, que padeció toda clase de carencias. “¿Por qué —piensa Minú—, por qué no hay nada que libere a los artistas de la cruz de la pobreza? ¿Por qué mi marido, que parece un príncipe ha de vegetar como un Francois Villon, agobiado por las deudas como un Balzac y alimentar la inspiración a fuerza de café sin azúcar?” (“Idilio en la rue Mouffetard”, p. 144). De hecho, Ruth Henry, amiga y traductora del francés de Unica, asegura que esta no escribió nada que no hubiera vivido. La autora, a la que le fueron arrebatados los hijos de una unión previa a la de Bellmer, en circunstancias no especificadas por Dreymüller, inició a mediados de la década de los 50 sus continuas entradas y salidas en hospitales psiquiátricos, hasta que el 19 de octubre de 1970, tras regresar a la casa que compartía con el artista, se arrojó por una ventana en un último intento por volar hacia la libertad. Sobre su lápida se lee la siguiente frase tallada por Bellmer: “La seguiré por la eternidad”.
Art & Libros
EL HOMBRE JAZMÍN
Unica Zürn
(Siruela)
128 páginas.
Después de mucha espera, de la mano de Siruela, verá luz en España una nueva edición sobre la vida esquizoide de una de las voces más ajadas y también silenciadas de la literatura del siglo de las literaturas, entre otras vanguardias, cuya dispersión concibe, de la manera más gráfica de las posibles, esta autora que desde la disyunción hizo trono en la coherencia, desde la enfermedad, campo santo; y desde el suicidio voluntario la eyaculación del siglo.He aquí la autora de Primavera sombría dando forma de nuevo a lo inesperado por esperado y a lo inédito por posible. Valga de mi parte un silencio agradecido y una humilde recomendación para este lugar, como la Zürn, de palabras pocas y alguna que otra esperanza.
AMV (Sélavy)
Después de la publicación de El trapecio del destino y otros cuentos (Siruela, 2004) y de su estremecedora novela corta Primavera sombría (Siruela, 2005), esta escritora y artista alemana ha recuperado el lugar que merecía en la literatura del siglo XX. Y como una delicada joya, se recupera ahora este sobrecogedor testimonio autobiográfico de Unica Zürn (Berlín 1916-París 1970) sobre la esquizofrenia, la enfermedad que a lo largo de su vida la llevó de clínica en clínica psiquiátrica y, finalmente, al suicidio. «Este extraordinario libro», escribe Menchu Gutiérrez, «es un diario del vértigo y un relato sobre la insaciabilidad del deseo, sobre el precio que la creatividad a veces obliga a pagar».
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ART & EVENTOS
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ART & EVENTOS
“CONCURSO FESTIVAL DE POESÍA BREVE
ÑOJAICU (Nosotros)”
Con el propósito de incentivar la creatividad de la juventud y los ciudadanos en general, nuestra identidad cultural, el amor por la lectura, el pensamiento sintético para emitir ideas e imágenes, la diversidad de idiomas nativos así como la aptitud para realizar artes manuales recreando formas convencionales:
Se convoca al concurso de Poesía Breve y tema libre, dirigida a todos los jóvenes entre 12 y 17 años de edad (primera categoría), y a personas mayores de edad (segunda categoría) de acuerdo con las siguientes bases:
1. Cada participante podrá presentar uno o varios poemas. La extensión mínima de las composiciones será de tres (3) versos y no deberá exceder de catorce (14).
2. Deberán utilizarse formas y características propias de la poesía breve como la copla, el soneto, la décima, el haiku y poetrix, el epigrama y los poemas sintéticos.3. Los trabajos se presentarán en cualquiera de los idiomas del país: castellano, quechua, aymara, lenguas amazónicas; de ser posible combinando los idiomas.
4. Los trabajos se presentarán en original y copia, firmados, sin el nombre del autor, escritos a mano con letra de imprenta en cartulina tamaño A5 o B6. La forma y el estilo que el concursante confiera a la tarjeta merecerá calificación.
5. Los trabajos se entregarán en Av. Uruguay 900, Huancayo – Perú (frente al Colegio Santa Isabel) hasta las 18 horas del lunes 30 de agosto de 2006. En el momento de la recepción de los trabajos, la copia será sellada para garantizar el anonimato y reconocer al autor. Tambien pueden ser enviados por e-mail a orbitandolapalabra@hotmail.com
6. El jurado estará integrado por reconocidos poetas del país de Perú y su veredicto será inapelable.
7. Se concederán diez premios: colecciones de libros. Los poemas finalistas se publicarán en una revista literaria virtual. Los originales premiados serán reproducidos con los nombres de los autores.
8. Los originales no premiados podrán recogerse a partir del 7 de setiembre.
ORGANIZA: ASOCIACIÓN DE EX ALUMNOS ISABELINOS. (AESI)AUSPICIAN:· PRODEI.· BODEGA LIBRERÍA J&V. Av. Uruguay 900 - 904.
San Carlos Huancayo.